El papel de Estados Unidos en el origen del programa nuclear iraní y la postura de Trump frente a los expertos
Tras un ataque reciente a las instalaciones nucleares iraníes, el entonces presidente Donald Trump afirmó que las centrales de enriquecimiento habían sido “completamente destruidas”. Sin embargo, análisis independientes sugieren que los daños podrían ser limitados, especialmente en la planta subterránea de Isfahán, donde se almacenan materiales nucleares. Expertos coinciden en que aunque hubo un retroceso en la capacidad nuclear iraní, el conflicto sobre su programa atómico continúa vigente.
La administración Trump mostró una marcada disposición a ignorar las evaluaciones de sus propios expertos y agencias de inteligencia, quienes indicaban que Irán no estaba desarrollando armas nucleares activamente. Esta actitud contrastó con gobiernos anteriores que, pese a presiones externas, mantenían una postura más cautelosa y basada en informes técnicos. La retirada unilateral estadounidense del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) en 2018 fue un punto clave que motivó a Irán a incrementar su enriquecimiento de uranio como respuesta a las sanciones impuestas.
Históricamente, Estados Unidos tuvo un rol fundamental en el desarrollo inicial del programa nuclear iraní durante la década de los 60, bajo el programa “Átomos para la Paz” impulsado por el presidente Eisenhower. En ese contexto, Irán recibió tecnología y formación para usos pacíficos, apoyando la modernización del país bajo el régimen del Sha Reza Pahlavi. El proyecto nuclear civil buscaba asegurar independencia energética y posicionar a Irán como potencia regional.
Tras la Revolución Islámica de 1979, el programa sufrió interrupciones debido a la visión antioccidental del nuevo liderazgo. No obstante, factores como la guerra con Irak y disputas internacionales motivaron una reactivación progresiva del desarrollo nuclear. La comunidad internacional comenzó a monitorear con mayor atención tras descubrirse instalaciones secretas para enriquecimiento de uranio en los años 2000. Desde entonces, las negociaciones diplomáticas han intentado limitar posibles avances militares del programa iraní, aunque con resultados mixtos y continuas tensiones geopolíticas.