PUNTOUNO

Las recientes medidas arancelarias impuestas por el gobierno de Donald Trump contra Canadá han provocado un efecto inesperado dentro del país norteamericano: un impulso significativo para desmantelar las barreras comerciales internas que durante décadas han limitado su desarrollo económico. Ante estas tensiones, el gobierno canadiense, liderado por el primer ministro Mark Carney, apuesta por fomentar el comercio interprovincial como una estrategia para mitigar el impacto negativo de los impuestos estadounidenses.

Históricamente, cada provincia y territorio canadiense ha mantenido regulaciones propias que dificultan la libre circulación de bienes, servicios y trabajadores. Estas trabas, que según estudios pueden equivaler a un arancel efectivo cercano al 7%, han sido un freno para la economía nacional. En respuesta, el Congreso aprobó recientemente la ley “Una sola economía canadiense”, destinada a facilitar el comercio interno y reducir las diferencias normativas entre regiones.

El avance en esta materia cuenta con el respaldo tanto del sector público como privado. El premier de Ontario, Doug Ford, ha firmado acuerdos con otras provincias para eliminar barreras y reconocer títulos profesionales en todo el país. Además, gremios empresariales han impulsado iniciativas para simplificar permisos y requisitos en sectores clave como el transporte. No obstante, persisten desafíos políticos y constitucionales que dificultan una integración total, dado que la autonomía provincial está protegida por la carta magna de 1867.

A pesar de estos obstáculos, las autoridades canadienses consideran que la presión externa puede ser un catalizador para lograr una mayor unidad nacional y crecimiento económico. La ministra de Comercio Interno, Chrystia Freeland, destacó que actualmente existe una alineación sin precedentes en todo el país para superar estas barreras históricas y fortalecer la economía frente a las amenazas comerciales de Estados Unidos.