Olas de calor invernales se triplican en 40 años y alteran el clima en Chile
En las últimas semanas, Chile ha experimentado un fenómeno climático poco habitual: olas de calor durante el invierno, que según especialistas se han triplicado en frecuencia en los últimos 40 años. Este aumento responde a una combinación de factores atmosféricos y al impacto del cambio climático, que está modificando los patrones tradicionales de temperatura en distintas regiones del país.
Según el Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio, una dorsal cálida se estableció sobre gran parte del territorio nacional, permitiendo la entrada de aire subtropical desde el norte. Esta situación generó temperaturas elevadas para la época, especialmente entre las regiones de Atacama y O’Higgins. Además, un sistema de alta presión inhibió la formación de nubes y favoreció cielos despejados y subsidencia del aire, lo que incrementó aún más las temperaturas. A esto se sumaron los vientos terrales descendentes desde la cordillera que comprimen y calientan el aire al bajar.
Las consecuencias de estas olas de calor invernales son múltiples. En términos ambientales, provocan estrés térmico en ecosistemas preparados para condiciones más frías y húmedas, afectando especialmente a especies sensibles o endémicas. En la agricultura, alteran los ciclos fenológicos de cultivos y frutales, adelantando floraciones o interrumpiendo procesos fundamentales como la dormancia. En zonas urbanas aumenta la demanda energética por climatización y se deteriora la calidad del aire, además de elevarse el riesgo de incendios forestales incluso en invierno.
Un efecto particularmente preocupante es la rápida pérdida de nieve acumulada en la cordillera, vital para el abastecimiento hídrico durante primavera y verano. Las temperaturas superiores a 15 °C a altitudes donde normalmente se conserva la nieve aceleran su derretimiento, comprometiendo las reservas naturales de agua dulce. Los expertos advierten que este fenómeno afecta la disponibilidad hídrica y puede tener impactos irreversibles si no se presentan nuevas nevadas.