Recolectores informales de chatarra en Harare contribuyen a la lucha contra el cambio climático
En Harare, capital de Zimbabue, cientos de recolectores informales se dedican diariamente a buscar metales reciclables en vertederos ilegales y basureros urbanos. Ezekiel Mabhiza, uno de ellos, puede reunir hasta 66 kilogramos de chatarra en una jornada, obteniendo alrededor de ocho dólares que le permiten cubrir necesidades básicas para su familia.
Esta actividad, aunque precaria y peligrosa, tiene un impacto ambiental positivo importante. La producción de acero a partir de materias primas vírgenes implica un alto consumo de carbón y genera cerca del 8% de las emisiones de dióxido de carbono del sector energético. En cambio, reciclar metales reduce significativamente la energía requerida y las emisiones contaminantes.
Harare produce aproximadamente mil toneladas diarias de basura, gran parte sin recolección formal. La labor de los recolectores ayuda a mitigar la contaminación al recuperar materiales que podrían terminar quemados o dispersos en el ambiente. Pese a la reciente colaboración entre el municipio y empresas verdes para mejorar la gestión de residuos, la recolección informal sigue siendo esencial.
El reciclaje de chatarra representa cerca de un tercio del insumo metálico para la industria siderúrgica mundial. En Zimbabue, alrededor de 600 mil toneladas anuales son consumidas por fábricas locales. A pesar de los riesgos sanitarios y laborales, estos trabajadores informales desempeñan un rol clave en una economía circular que promueve empleos verdes y contribuye a la reducción del impacto ambiental.