Argentina frente al conflicto Israel-Irán: memoria de atentados sin justicia y tensiones políticas actuales
Con la comunidad judía más grande de América Latina, Argentina tiene una relación profunda con Israel, marcada por tragedias que aún no encuentran justicia. En la década de 1990, dos atentados terroristas sacudieron Buenos Aires: el ataque a la Embajada de Israel en 1992 y el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en 1994, que dejaron un saldo de más de cien víctimas fatales y cientos de heridos. A más de tres décadas, ninguno de los responsables ha sido condenado, aunque recientemente se autorizó un juicio en ausencia para diez acusados iraníes y libaneses.
Este contexto histórico se entrelaza con la actualidad política argentina e internacional. El ministro israelí de Asuntos Exteriores, Gideon Sa’ar, expresó su respaldo al líder argentino Javier Milei, quien mantiene afinidad con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y ha manifestado apoyo a las acciones militares contra Irán. Este respaldo se suma a declaraciones del ministro argentino Luis Petri, que reflejan un claro alineamiento geopolítico con Israel y Estados Unidos, dejando atrás la tradicional neutralidad argentina.
En paralelo, persiste la controversia sobre el memorándum firmado en 2013 entre Argentina e Irán durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, investigado por presunto encubrimiento a sospechosos iraníes vinculados al atentado contra la AMIA. La muerte del fiscal Alberto Nisman en 2015, quien denunció esta maniobra, sigue siendo un episodio emblemático que simboliza las dificultades para esclarecer estos hechos.
Por otro lado, Rafael Mariano Grossi, director argentino del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), se encuentra en medio de tensiones internacionales por su rol en la supervisión del programa nuclear iraní y ha recibido amenazas relacionadas con este trabajo. Mientras tanto, la sociedad argentina continúa recordando las víctimas de aquellos ataques sin respuestas judiciales contundentes, en un escenario donde las relaciones internacionales y las políticas internas se entrecruzan con los legados del pasado.