Ataque a la central de Arak en Irán: un elemento clave en el acuerdo nuclear de Teherán
La planta de agua pesada ubicada en Arak, a unos 250 kilómetros de Teherán, fue blanco de un ataque aéreo israelí, en medio de una escalada en las acciones contra instalaciones nucleares iraníes. Aunque las autoridades iraníes confirmaron el impacto de al menos dos proyectiles sin detallar daños específicos, el incidente ha reavivado las preocupaciones sobre los avances del país en materia nuclear.
Este reactor, que nunca entró en funcionamiento, es considerado una pieza clave en la historia del programa nuclear iraní. Construido como parte de un esfuerzo secreto tras la guerra con Iraq en los años 80, su potencial para producir plutonio lo convierte en un objetivo estratégico para Israel, que busca limitar las capacidades nucleares de Irán. La planta no contenía combustible nuclear en el momento del ataque y, según la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), no representaba un riesgo radiológico para la población.
Irán sostiene que su programa nuclear tiene fines pacíficos y ha cumplido con ciertos compromisos internacionales. Sin embargo, las tensiones aumentaron después de que Estados Unidos se retirara del acuerdo nuclear en 2018 y Teherán reanudara actividades enriquecedoras a niveles cercanos a los utilizados para armas. La planta de Arak fue uno de los puntos que generaron controversia, ya que las restricciones impuestas por el acuerdo buscaban limitar su capacidad para producir plutonio y reducir riesgos de proliferación.
El ataque israelí refuerza la incertidumbre sobre el futuro del programa nuclear iraní y las posibles respuestas internacionales ante acciones militares que buscan frenar avances considerados peligrosos. La comunidad global mantiene una vigilancia estrecha sobre estas instalaciones, mientras persisten los debates sobre la vía diplomática y las sanciones para evitar una escalada militar.