Colombia enfrenta una escalada de violencia que revive viejos fantasmas del conflicto armado
Este martes, Colombia sufrió una serie de ataques armados en los departamentos de Cauca y Valle del Cauca que dejaron al menos siete muertos y múltiples heridos. Los incidentes, que incluyeron explosiones y disparos, ocurrieron casi simultáneamente en varias localidades, en un contexto donde grupos armados ilegales como las disidencias de las FARC, el ELN y bandas paramilitares mantienen fuerte presencia en la región. La ofensiva responde, según el Ministerio de Defensa, a los recientes avances militares contra estas organizaciones, particularmente en zonas estratégicas para el narcotráfico y otros negocios ilícitos.
En paralelo, la violencia política alcanzó un nuevo nivel con el atentado contra el senador y aspirante presidencial Miguel Uribe Turbay en Bogotá. El político fue baleado durante un acto de campaña por un menor de edad y se encuentra en estado crítico. Este hecho ha generado alarma, evocando los años 90 cuando varios candidatos presidenciales fueron asesinados por grupos ilegales. La situación ha sido condenada internacionalmente, incluyendo declaraciones del presidente chileno Gabriel Boric, quien llamó a rechazar la violencia en democracia.
El aumento de la violencia se presenta además en un momento de creciente tensión política, debido a las reformas propuestas por el gobierno de Gustavo Petro. La oposición ha rechazado las iniciativas y ha evitado participar en reuniones convocadas para abordar medidas de seguridad. La crisis humanitaria se intensifica con cifras alarmantes: más de 950 mil personas afectadas en lo que va del año, según Naciones Unidas. La combinación de violencia, inseguridad y polarización política pone a Colombia ante uno de sus peores momentos desde la firma del acuerdo de paz en 2016.