Comienzan los aranceles al cobre de EE.UU.: Chile enfrenta opiniones divididas sobre su impacto
El próximo viernes 1 de agosto se iniciará la aplicación de los aranceles “recíprocos” anunciados por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, entre ellos un gravamen del 50% sobre las importaciones de cobre. En este contexto, Chile podría enfrentar un arancel general que oscilaría entre el 10% y hasta un 20%, según declaraciones previas del mandatario estadounidense, aunque las negociaciones entre ambos gobiernos continúan abiertas.
El Tratado de Libre Comercio vigente entre Chile y EE.UU. y la histórica relación comercial bilateral ofrecen un marco favorable, pero la volatilidad en las decisiones estadounidenses genera incertidumbre. El cobre, principal producto de exportación chileno, es el centro del debate respecto a los posibles efectos económicos.
El ministro de Hacienda, Mario Marcel, aseguró que el impacto inmediato para Chile sería mínimo y destacó la capacidad del país para diversificar sus mercados y reorientar sus exportaciones ante una posible reducción de la demanda estadounidense. Esta visión es compartida por consultoras internacionales como Oxford Economics y JP Morgan, que estiman efectos insignificantes o mínimos en la economía nacional.
Desde la industria minera también se mantiene una postura optimista. Joaquín Villarino, presidente del Consejo Minero, señaló que la demanda global sigue sólida, con mercados emergentes como India que podrían compensar cualquier disminución desde EE.UU., que actualmente representa solo el 10% de las exportaciones chilenas de cobre refinado. Jorge Riesco, líder de Sonami, reafirmó que la participación estadounidense es limitada frente al predominio de China como principal destino.
No obstante, algunos expertos llaman a la cautela. Rodrigo Vergara, expresidente del Banco Central e investigador del CEP, advirtió que los efectos reales de estas políticas comerciales pueden manifestarse con retraso y aumentar con el tiempo. Por su parte, el economista Sergio Urzúa alertó sobre posibles consecuencias a mediano y largo plazo si EE.UU. logra desarrollar su propia industria cuprífera, lo que podría motivar a empresas mineras a reubicar inversiones fuera de Chile.