Estados Unidos amplía zonas militarizadas en un tercio de la frontera sur, generando controversia
En el desierto de Nuevo México y Texas occidental, el ejército de Estados Unidos ha desplegado miles de señales que delimitan zonas restringidas bajo su autoridad, marcando un aumento sin precedentes en la participación militar en la vigilancia fronteriza con México. Estas áreas abarcan ahora cerca de un tercio de la frontera sur, extendiéndose desde Fort Hancock, Texas, hasta ranchos en Nuevo México y próximamente hacia Arizona.
La justificación oficial sostiene que estas zonas buscan cerrar brechas en el control migratorio y combatir redes de tráfico humano y narcotráfico. Sin embargo, esta militarización ha provocado críticas por parte de defensores de derechos civiles, organizaciones humanitarias y usuarios de tierras públicas que denuncian restricciones al acceso y riesgos para la seguridad de quienes transitan por estas áreas.
En Luna County, Nuevo México, donde la cultura local valora tanto la libertad individual como la seguridad fronteriza, las opiniones están divididas. Algunos residentes apoyan el despliegue militar como una medida necesaria para frenar actividades ilícitas, mientras que otros expresan preocupación por el impacto sobre trabajadores migrantes y el uso tradicional del territorio para actividades recreativas.
Las autoridades militares negocian actualmente permisos para actividades recreativas y respetarán derechos privados sobre pastoreo y minería. Mientras tanto, más de 1.400 migrantes han sido procesados por ingresar a estas zonas militares, enfrentando penas que pueden superar los 18 meses de cárcel además de cargos por entrada ilegal. La medida se encuentra también bajo revisión judicial debido a cuestionamientos sobre su legalidad y su posible extensión a toda la frontera.