Estados Unidos media acuerdo de paz entre Congo y Ruanda en busca de estabilidad regional
En un intento por avanzar hacia la paz en la República Democrática del Congo tras años de violencia que han causado millones de muertes, Estados Unidos facilitó un acuerdo firmado recientemente entre los gobiernos congoleño y ruandés. La iniciativa busca detener las hostilidades entre ambos países y enfrentar la presencia de más de 100 grupos armados en la región, incluyendo a los rebeldes M23, respaldados por Ruanda, quienes no participaron en las negociaciones y cuyo compromiso con el pacto es incierto.
El acuerdo destaca la soberanía y la integridad territorial de ambos países, comprometiéndose a cesar todo apoyo a grupos armados. Además, establece condiciones para la reintegración de combatientes a las fuerzas de seguridad congoleñas tras evaluaciones individuales rigurosas que consideren lealtad y respeto a los derechos humanos. También contempla facilitar el acceso humanitario para más de siete millones de desplazados internos dentro del Congo, una de las crisis más complejas reconocidas por Naciones Unidas.
Desde el punto económico, el pacto incluye el desarrollo conjunto de un marco para potenciar el comercio e inversión extranjera ligado a cadenas regionales de minerales estratégicos, en colaboración con inversionistas y el gobierno estadounidense. Esta dimensión ha despertado inquietudes entre la población local, que teme una explotación excesiva de sus recursos naturales en beneficio externo, especialmente tras declaraciones del expresidente Donald Trump sobre los derechos minerales obtenidos por Estados Unidos.
A pesar del acuerdo, analistas y actores locales expresan escepticismo respecto a su efectividad inmediata, dado que los rebeldes M23 mantienen control territorial significativo y Ruanda continúa justificando su presencia militar como defensa fronteriza. Paralelamente, se desarrollan negociaciones adicionales en Qatar para lograr un entendimiento directo entre el gobierno congoleño y los rebeldes. La comunidad internacional observa con cautela estos avances mientras la población demanda soluciones duraderas que prioricen la justicia y la estabilidad real.