La simulación bélica y el genocidio palestino: una estrategia de dominación imperial
El reciente enfrentamiento entre Estados Unidos e Irán no constituyó una guerra convencional, sino una operación cuidadosamente planificada por ambas partes para alcanzar objetivos políticos internos y estratégicos sin incurrir en un conflicto abierto. La utilización de misiles Tomahawk en lugar de armamento capaz de destruir instalaciones nucleares profundas y la ausencia de víctimas en los ataques demuestran que se trató más de un acto simbólico que de una escalada militar real.
Este intercambio escénico sirve a intereses específicos: por un lado, el gobierno estadounidense busca proyectar fortaleza ante su electorado y aliados como Israel, que a su vez presiona por una mayor intervención. Sin embargo, la verdadera intención detrás del teatro bélico es facilitar un reordenamiento político y económico en Oriente Medio bajo influencia occidental, asegurando el control sobre recursos estratégicos y rutas clave.
En paralelo, fuera del foco mediático, se intensifica la represión y el genocidio en los Territorios Palestinos Ocupados. Desde octubre de 2023, más de 55.000 palestinos han muerto en Gaza, con cientos de miles desaparecidos, mientras Cisjordania experimenta un proceso sistemático de anexión y desplazamiento forzado. Esta violencia estructural pasa desapercibida debido a la distracción generada por las tensiones interestatales visibles.
Así, la representación teatral del conflicto internacional oculta una guerra civil global que redefine el poder mediante la administración silenciosa de la violencia contra poblaciones vulnerables. La amenaza constante de una guerra mundial funciona como mecanismo para paralizar resistencias sociales. En este contexto, el verdadero triunfo del poder imperial no es la paz, sino la normalización del exterminio y la dominación encubierta bajo discursos diplomáticos.