Movilizaciones migrantes en EE.UU. reflejan creciente resistencia antisistémica
En Estados Unidos, la intensificación de la persecución contra migrantes indocumentados, que incluye operativos en calles y hogares, ha generado una respuesta inédita y masiva por parte de los propios afectados y sus descendientes nacidos en el país. Este fenómeno representa un punto de inflexión en la resistencia social frente a las políticas neoliberales que favorecen a las élites económicas.
La situación actual se puede interpretar como una manifestación de descontento profundo que va más allá de la protesta puntual contra un gobierno específico. Se trata, según expertos, de una lucha contra un sistema global —el capitalismo— que excluye y criminaliza a sectores vulnerables, especialmente migrantes, pueblos originarios y comunidades racializadas. La militarización para contener estas movilizaciones y la violencia ejercida por las fuerzas del orden ponen en evidencia una erosión democrática y una deriva hacia prácticas autoritarias.
En California, epicentro de estas protestas, convergen diversos grupos sociales: migrantes sin documentación, hijos de migrantes legales e incluso ciudadanos blancos que expresan su rechazo a décadas de desigualdad estructural. Estas movilizaciones han generado tensiones internas en las instituciones locales, con autoridades estatales y municipales que cuestionan el uso excesivo de la fuerza, evidenciando fracturas dentro del aparato político frente a la crisis social.
Lo más relevante es el cambio en la actitud de los migrantes, quienes han pasado del miedo a la confrontación abierta con las autoridades. Este despertar colectivo se vincula con otras luchas internacionales y locales por justicia social y derechos humanos, configurando un escenario de resistencia prolongada que podría marcar el inicio de transformaciones profundas en la sociedad estadounidense.