Transformación y desafíos en un barrio de El Salvador tras el control de las maras
En San Marcos, a pocos kilómetros de San Salvador, la colonia 10 de Octubre muestra señales de cambio después de décadas bajo el dominio de la Mara Salvatrucha (MS-13). Este barrio, que fue un bastión clave para las pandillas, ha experimentado una disminución significativa en la violencia desde que el presidente Nayib Bukele lanzó su agresiva campaña antipandillas hace tres años.
Sin embargo, para habitantes como Esperanza Martínez, la tranquilidad es frágil. Tras perder a varios familiares a manos de las maras y vivir en medio del terror constante, Martínez reconoce que aunque la presencia visible de pandilleros ha disminuido, aún hay miembros ocultos que generan temor. La colonia, que estuvo bajo el control del conocido líder de la MS-13 Élmer Canales Rivera —alias “Crook de Hollywood”— ha cambiado su paisaje visual: los grafitis alusivos a las pandillas han sido reemplazados por murales coloridos y símbolos políticos vinculados al partido gobernante Nuevas Ideas.
La estrategia gubernamental incluyó el cercado militar de esta y otras comunidades con altos índices delictivos, bajo un régimen de excepción que ha permitido detenciones masivas sin orden judicial. Si bien esta política ha reducido los niveles históricos de violencia, organizaciones defensoras de derechos humanos critican severamente las violaciones a los derechos fundamentales que se han producido en este contexto.
Los residentes, como Carlos Sánchez y Antonia Alfaro, reconocen las mejoras en seguridad pero advierten sobre la persistencia de remanentes pandilleros escondidos en zonas cercanas. La desconfianza y el miedo siguen latentes en un entorno donde hablar puede poner en riesgo a las personas. La compleja realidad social que dio origen a las maras permanece sin resolverse plenamente, dejando un panorama donde la paz es relativa y precaria.